martes, 28 de mayo de 2013

CUANDO TODO SE NOS HACE UNA MONTAÑA...




Cuando todo parece que se nos haga una montaña imposible de subir y atravesar, es muy posible que se esté sufriendo algún trastorno del estado de ánimo. La persona se ve incapaz de afrontar y resolver sus problemas y sus obligaciones. Se suele sentir sola, desanimada y sin fuerza de voluntad.
Los factores desencadenantes y mantenedores de los problemas que nos afligen pueden ser muy diversos. Puede tratarse de factores pertenecientes al macrosistema social, cultural, económico, ambiental, sanitario…, que nos rodean y condicionan a todos en mayor o menor grado. O puede tratarse de factores pertenecientes a los distintos microsistemas en los que vivimos más íntima y directamente, ya sea la familia, los amigos, la escuela, el trabajo… Este conjunto de factores exógenos (de origen externo), pueden interiorizarse y llegar a afectar a nuestra conducta personal, a nuestras emociones y a nuestro organismo, tanto de forma física como mental, combinándose, además, con nuestras propias limitaciones emocionales, creencias erróneas, patrones de conducta, desgaste de nuestro organismo o enfermedades, con lo que los resultados y manifestaciones finales pueden ser muy variables y diferentes en cada persona.
¿Qué podemos hacer? En esa situación es indispensable buscar apoyo porque, de lo contrario, lo más probable es que con el paso del tiempo la situación vaya empeorando gradualmente, de forma que la montaña se vea cada vez más y más alta. Así, simbolizando nuestros problemas y obligaciones como si fueran una montaña, podemos ver más fácilmente que tenemos varias opciones que, juntas o por separado, pueden ayudarnos.
La primera es pensar y convencerse de que la montaña no va a desaparecer por sí sola como si de una tormenta se tratara, por lo que quedarse agazapado, esperando a que todo pase o se resuelva por sí solo, no es solución. Por eso mismo, tomarse una pastilla, droga o alcohol, refugiarse en la comida o en comportamientos evitativos, pueden hacer desaparecer el problema temporalmente de nuestra vista y nuestra mente, pero la montaña seguirá igual cuando pasen sus efectos. Es necesario afrontar la montaña, afrontar los problemas, pero hay que hacerlo en las mejores condiciones posibles. Prepararnos y equiparnos bien para afrontar y superar el reto. ¿Cómo? Mejorando la gestión de nuestros recursos emocionales, nuestro estilo cognitivo y nuestras habilidades personales, de forma que suba la autoconfianza y la sensación de seguridad. Y todo ello sin olvidar la ayuda física y energética que pueda proporcionarnos una mejora en nuestros hábitos alimenticios y físicos, suplementos, etc.
Pero, ¿y si por alguna razón o limitación práctica no disponemos de suficiente capacidad real para afrontar y superar esa montaña? En ese caso podemos optar por cambiar el camino o ruta de subida para hacerlo más factible, estableciendo estrategias más acordes con nuestras capacidades reales. También podemos subir más despacio para no agotarnos infructuosamente, de forma que aprovechemos mejor nuestros recursos y energías para afrontar los problemas que se presenten. Aún así, si ello no fuera posible, también podríamos cambiar esa cumbre tan alta por una más baja y asequible pues, a veces, nuestro afán competitivo, de mejora o de querer tener nuestra vida totalmente controlada, hace que nos impongamos retos, obligaciones y responsabilidades excesivas y muy difíciles de cumplir. Nos exigimos subir una cumbre que jamás podremos superar por ser demasiado alta y estar fuera de nuestro alcance. Es entonces cuando debemos reflexionar y replantear nuestros objetivos, obligaciones y responsabilidades, adecuándolos a nuestras posibilidades reales. De esa forma, nuestras sensaciones no se basarán en la impotencia o fracaso, sino que se basarán en una sensación motivadora y positiva de superación e ilusión, basándose en un planteamiento objetivo y práctico, que quite tensión y aporte serenidad.
La tercera opción es que, quizás, la montaña no sea tan alta como se aprecia. Puede ocurrir que nuestra perspectiva de los problemas y, por lo tanto, de la altura de la montaña, sea subjetiva y errónea, debido a la situación anímica en que se encuentra la propia persona. Una situación como de bloqueo. Puede que el problema, en realidad, sea pequeño y poco importante, pero se está haciendo una montaña precisamente porque no se hace nada y ese inmovilismo hace que los problemas se acumulen, junto con la sensación subjetiva de impotencia. Porque, seguramente, la persona se encuentra bloqueada. Cuando eso ocurre, la solución puede ser mucho más factible y rápida, ya que, con sólo ponerse a andar, la distancia a la cumbre se irá haciendo cada vez más pequeña y, cuando se llegue a ella, se verá que la montaña no era tan alta como parecía.
Lo más importante en todos estos casos es empezar a caminar y a subir la cuesta, rompiendo las inercias bloqueantes pues, como dijo el poeta: Caminante, no hay caminos. Se hace camino al andar.
Si no quieres caminar en solitario, coge mi mano. Si necesitas soporte, apóyate en mí. Creo en ti. ¿Y tú?


2 comentarios:

  1. Actualmente mucha gente esta intentando subir una montaña que se llama "trabajo", no es ficticia es real, y lo peor de todo no es que sea una prueba a nivel personal, es que hay que subirla compitiendo con otros montañeros.

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  2. Totalmente cierto lo que dices. La competitividad nos la enseñan desde pequeñitos. En la escuela, en la familia... Debemos ser los más guapos, los más inteligentes, los más ricos, tener tanto o más que el vecino... Pertenecer a un grupo también implica rivalidad. Todo esto es muy difícil de cambiar, pues subyace en la orientación competitiva, individualista y hedonista que tiene nuestra sociedad actual. Por eso, lo que dices del trabajo no es más que una consecuencia de ello, agravada con una supuesta "crisis" que, entre otras cosas, es el fracaso de un sistema insostenible y una manipulación económica a gran escala, puesto que, entre otras cosas, se han trasladado los centros productos de unos países a otros, dejando a países como el nuestro con una oferta laboral cada vez más baja pero al mismo tiempo más exigente.
    ¿Cómo afrontar esta "montaña" real que supone el trabajo? Hay quien da fórmulas "mágicas", o incluso habla de "oportunidades". Sin embargo, aunque existan recomendaciones generales, lo cierto es que se ha convertido en un reto individual. Por ello, es necesario adecuar las estrategias, el entreno, el equipaje, el camino a seguir, o la montaña a superar (trabajo o empresa), a las características y habilidades de cada persona, así como tratar de mejorarlas, a corto y a medio plazo, para tener más posibilidades de superar la prueba y conseguir el objetivo propuesto.

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