Dar
la vuelta a las enfermedades
Con lo visto hasta ahora, estamos ya en condiciones
de saber cómo podemos empezar a darle la vuelta a las enfermedades. O por lo menos
a algunas de ellas verdaderamente importantes. Porque en realidad no importa
tanto el nombre de estas enfermedades ni sus etiquetas, como comprender el
porqué de ellas en relación con el propio enfermo. Una misma causa puede
manifestarse de forma distinta según la persona, ya que cada uno tiene una
constitución genética distinta, y lo que es más importante, una interacción con
el ambiente que le rodea y unas manifestaciones distintas. Debemos por lo
tanto, centrarnos más en el enfermo que
no en la propia enfermedad o síntoma, que tiene una función orientadora sobre
el verdadero problema, pero que muchas veces, por las lógicas ganas que tenemos
de encontrarnos bien, sucumbimos a la tentación del remedio fácil y rápido, y
equivocamos la estrategia de salud.
Pues bien, podemos empezar por aplicar los
conocimientos que hemos adquirido sobre los Omega-3, de forma que éstos pueden
ser una herramienta de inicio ideal para ayudar a promover cambios importantes
en nuestro equilibrio orgánico, ya sea aportando sus propiedades directas, o
neutralizando los efectos del exceso de Omega-6.
Podemos empezar a pensar en las distintas enfermedades
de una forma en que en lugar de contemplarlas como algo fortuito, ajeno a
nosotros y misteriosamente complejo, las veamos como lo que son realmente: -manifestaciones
claras de un organismo que se queja porque no se le ha dado lo que necesitaba o
se le está perjudicando-, y que lo que debemos hacer es comenzar a corregir lo
más rápidamente posible estos desequilibrios nutritivos que año tras año,
pueden ir formando y provocando estos problemas que luego se van manifiestan
bajo complejas y distintas formas patológicas.
Este
podría ser un buen comienzo para empezar a cambiar el presente y el futuro de
nuestras enfermedades. Tomar Omega-3 y rebajar el consumo de Omega-6 es un gran
primer paso, fácil y cómodo, que seguro se notará. Pero sería aún mucho mejor
si en lugar de hacerlo de forma mecánica, como el que toma aspirinas, se haga
de forma reflexiva y consciente, partiendo de la comprensión activa de lo que
se está haciendo, los efectos que produce, y observando al mismo tiempo las
reacciones de nuestro organismo, para escuchar y comprender sus quejas,
reequilibrar sus descompensaciones, y potenciar sus reacciones curativas. Así
como para saber y aprender qué es lo que nos perjudica y evitarlo en el
futuro. Y éste sería el segundo paso, más costoso por supuesto, porque requiere
más esfuerzo personal, el de modificar y mejorar nuestros hábitos de salud.
Como ejemplo con base científica para
estimular la realización de este segundo paso, veamos lo que ocurrió en una
investigación realizada con enfermos de cáncer de próstata, que no se
conformaron con un tratamiento convencional y modificaron su estilo de vida,
movilizando y utilizando activamente sus defensas naturales.
El Department
of Medicine, Preventive Medicine Research Institute, University of California,
en San Francisco (175), dio a conocer en el año 2005, un estudio realizado
con 93 enfermos de cáncer de próstata en fase inicial. Bajo la supervisión de
los oncólogos respectivos, los pacientes eligieron libremente no someterse a
cirugía, y pasar simplemente a controlar de forma periódica, la marcha de su
tumor. Fueron divididos al azar en dos grupos. El primero, que era el de
control, no hizo nada más que vigilar sus tumores con revisiones periódicas,
mientras que el segundo grupo, el experimental, realizó un amplio programa de
salud, siguiendo un régimen vegetariano complementado con vitaminas,
antioxidantes, minerales, Omega-3, ejercicio físico suave y paseos, así como clases
de control del estrés, yoga, ejercicios respiratorios, meditación, visualización
y relajación, además de reuniones grupales de apoyo semanales. ¿No les entran
ganas de apuntarse?
Pues bien, al cabo de los doce meses que
duró el experimento, el resultado final fue que de los 49 pacientes del grupo
de control, que eran los que no habían cambiado sus hábitos de salud y
solamente habían realizado los controles periódicos de su enfermedad, seis de
ellos empeoraron el gravedad de su cáncer y tuvieron que sufrir una operación
quirúrgica de extirpación, además de verse obligados a seguir con quimioterapia
y radioterapia. En cambio, en el grupo experimental que modificó sus hábitos de
salud, ¡ninguno de los 41 pacientes tuvo necesidad de intervención quirúrgica!
Además, el grupo que no había realizado hábitos saludables tenía una media de
crecimiento de su tumor, del 6%, mientras que en el grupo que modificó sus hábitos
de salud, su media bajó un 4%, es decir, la mayoría de los
pacientes habían experimentado una regresión de los tumores.
Pero aún hay más. Resulta que se analizó
la sangre de todos los pacientes, y se vio que los que habían cambiado su
estilo de vida, tenían siete veces más capacidad para inhibir el crecimiento de
las células cancerosas, que quienes no habían cambiado sus hábitos de vida. Viendo
estos resultados, sinceramente, ¿por qué no se anima a cambiar su estilo de
vida?
Una cuestión también muy interesante
para la reflexión la encontramos en el análisis de aquellos casos en los que
se produce una curación espontánea de cáncer, difícilmente explicable por los
médicos, o simplemente inexplicable. Estos casos aislados se cuentan por
centenares, y cuando tenemos un conjunto con tal cantidad de casos personales hemos
de pensar lógicamente, que tantas curaciones no pueden ser fruto de la casualidad.
Hay algo.
Que no sepamos como ocurren estas
curaciones, porque desconocemos sus mecanismos íntimos, no significa más que
eso, que ignoramos muchas cosas aún, y que tenemos que seguir observándolo y
estudiándolo hasta que lo sepamos. Pero no por eso hemos de negar las evidencias,
ya que éstas nos dicen de forma evidente, que esta capacidad autocurativa existe.
Ciertamente la tenemos. Y muchos científicos están convencidos de que el
secreto está en la estimulación de los procesos inmunológicos de nuestro
organismo, según han podido comprobar en algunas de sus investigaciones sobre
curaciones espontáneas del cáncer (176), así como también en
la potenciación de los factores mentales y psicológicos (177).
Por eso, cuando hayamos entendido que la salud es algo que podemos conquistar
activamente, y que nos puede hacer más resistentes a cualquier enfermedad. Cuando
veamos claramente que nuestra salud depende fundamentalmente de nosotros
mismos. Cuando hayamos comprendido que la mayoría de fármacos son soluciones
sintomáticas que por lo general no solucionan las causas, y que de persistir
éstas, los problemas se pueden ir agravando con el tiempo. Cuando tengamos
claro que muchas veces no se justifica la toma de medicación, y están especialmente
desaconsejados algunos efectos secundarios importantes en relación a los
“beneficios” que aporta. Cuando tomemos conciencia de que disponemos de
recursos naturales que podemos utilizar inteligente y eficazmente. Cuando
aprendamos a escuchar lo que nos dice nuestro organismo, y a interpretar
adecuadamente las señales que nos manda. Cuando seamos capaces de renunciar a
una conducta que nos perjudica aunque nos resulte placentera. Cuando nuestra
mente domine nuestro cuerpo y no sea nuestro cuerpo el que domine a nuestra
mente. Y cuando recuperemos nuestro instinto de supervivencia, en armonía con la Naturaleza, estaremos
entonces en condiciones de empezar a darle la vuelta a las enfermedades.
Evidentemente no a todas, pero sí a muchas y muy importantes. Y especialmente estaremos
en condiciones de prevenirlas. Podremos entonces empezar a gozar de una mejor y
verdadera salud, y no solo un estado de “no enfermedad” o de “dependencia
médica-farmacológica permanente”, como
la que muchas personas tienen actualmente.
No obstante,
no existe una fórmula única para estar sano y para liberarse de las
enfermedades. Cada uno debe hacer lo necesario para conseguirlo, estudiándose a
si mismo e intentando comprender qué es lo que le beneficia y lo que le
perjudica, pero una de las cosas más importantes, porque de ahí se deriva nuestra
conducta, es modificar y mejorar nuestro
comportamiento mental, mediante un estilo de pensamiento más positivo, y más
activo. Sin caer no obstante, en la trampa de no pensar ni en el pasado, ni en
el futuro, bajo la premisa de no perder el tiempo en algo que no puede
aprehenderse.
El
“aquí y ahora” que está tan de moda actualmente, es un arma de doble filo, muy
adecuada y válida para conseguir “vivir” intensamente el presente, una forma de
no pensar en los problemas pasados que nos agobian, y en un futuro incierto que
nos angustia. Pero la otra cara de la moneda es que el “aquí y ahora” también
incentiva un modelo de individuo autónomo y sumamente competitivo, que debe
estar en condiciones de servir al límite como factor productivo y consumista.
-El “progreso” exige sacrificios- dicen, pero lo cierto es que muchas veces se
trata de un falso progreso, siendo en realidad un camino desenfrenado hacia no
se sabe dónde.
No
podemos ni debemos olvidar las lecciones aprendidas de nuestro pasado, por dolorosas
que hayan sido. Hemos de asimilarlas y a llevarlas como parte de nuestro bagaje
personal. Y debemos recordar todo aquello que nos hizo felices en un momento de
nuestra vida. No hemos de renunciar al esfuerzo y al sacrificio por un mañana
mejor, pues eso nos motiva y otorga sentido a nuestra existencia, aunque
signifique lucha y sacrificio. Es bueno tener un proyecto vital que nos
distinga y que oriente nuestra vida. Vivir sólo el “aquí y ahora” puede
resultar, a la larga, contraproducente, desorientador, creando individuos que
llegan a sentir un gran vacío dentro de si, y a los que sólo les vale la
continua evasión de una realidad que no les gusta y no pueden controlar.
Debemos tener ilusiones futuras y luchar por ellas, y no abandonarnos totalmente
en brazos de la intensa inmediatez, porque puede que este “aquí y ahora” no sea
ni bueno ni placentero, y la única forma de cambiarlo y mejorarlo, es
precisamente luchando por un futuro que nos permita mejorar el presente, y cómo
no, darle la vuelta a las enfermedades.
Conclusiones
de la segunda parte
El objetivo primordial de esta segunda
parte es llegar a entender qué es la verdadera salud, y consecuentemente comprender
el sentido real de muchas enfermedades, al mismo tiempo que aprender a
relacionarlo y armonizarlo con las leyes naturales que rigen nuestras vidas.
La lección práctica aprendida con los
Omega-3 en la primera parte, facilitaba el poder diferenciar entre las causas
que provocan la mayor parte de enfermedades crónicas y degenerativas, y sus
distintos síntomas o consecuencias, al igual que valorar adecuadamente la
importancia de evitar o corregir dichas causas y prevenir sus efectos, de forma
que con este proceder se evita dañar a nuestro propio sistema inmunitario, y eludir
el desarrollo de ciertas enfermedades. En esta segunda parte, la lección ha
continuado con un carácter más conceptual, para tener más claros cuáles son los
componentes de la salud y cuál es la situación de ésta en nuestra sociedad
actual, de forma que cada uno pueda formarse una idea más ajustada y crítica de
esta realidad, condición indispensable para poder actuar consecuentemente, en
defensa y promoción de su propia salud y la de los demás.
Hemos aprendido a valorar la
alimentación como causa fundamental de la mayoría de trastornos que lenta y
silenciosamente se van convirtiendo en enfermedades crónicas y graves. Hemos
aprendido a comprender la importancia de escuchar a nuestro propio cuerpo,
cuando éste nos manda mensajes diciéndonos que algo marcha mal y debemos
arreglarlo. Hemos aprendido a diferenciar las consecuencias de aplacar unos
síntomas con medicamentos de acción sintomática, en lugar de atender a las
verdaderas causas del problema. Hemos aprendido a ver positivamente la
posibilidad de utilizar distintos agentes y técnicas naturales para solucionar
estos problemas, dado que nos aportan más beneficios sin efectos secundarios, que muchos de la mayoría
de fármacos utilizados. Hemos aprendido a pensar en la necesidad de modificar
nuestros hábitos de salud si no queremos seguir recogiendo más de lo mismo.
Hemos aprendido a distinguir entre nuestras verdaderas necesidades y las que en
realidad son superfluas o interesadas, y que en realidad nos causan más
problemas que beneficios. Hemos aprendido en definitiva, a darle la vuelta a
las enfermedades y verlas de forma lógica y razonable en función de nosotros
como enfermos, y no en función de las enfermedades con sus numerosísimas
divisiones y etiquetas que la medicina convencional realiza para preservar su
sofisticado y exclusivo sistema de diagnóstico-receta, que por otro lado, no
impide el permanente aumento de la mayor parte de
enfermedades crónicas y degenerativas. Y también hemos aprendido que una salud
dependiente de fármacos, no es salud verdadera, ni tiene futuro.
El problema sin embargo, es que la
alternativa lógica y natural requiere un mayor trabajo y esfuerzo por parte de
cada uno de nosotros. Se ha llegado a la situación actual, entre otros motivos,
porque se ha institucionalizado la ley del mínimo esfuerzo, y por eso nos
cuesta muchísimo renunciar a la comodidad de hacer lo que nos place y nos gusta,
y en caso de problema acudimos al médico en busca del “remedio” inmediato.
Pero también les habrá quedado muy claro a los lectores que el esfuerzo por
preservar y potenciar una buena salud, compensa de largo todos los
inconvenientes soportados. En realidad, el principal problema es saber qué es
lo que hay que hacer, y cómo hacerlo. O como mínimo, saber qué es lo que no hay que
hacer. Bajo estas premisas, actuar es más fácil. Y por supuesto, tanto mejor si
se cuenta con el consejo y soporte de un buen terapeuta. Si nos apoyamos en él, reforzaremos nuestras posibilidades de tener una mejor salud.
Finalmente, decirles a quienes buscan más
allá de lo convencional, que el solo hecho de observar y saber, derivado del
aprendizaje activo, es capaz de modificar el futuro transcurso de los
acontecimientos. En un Universo que está de dejando de ser unitario, y dejando
paso a los “multiversos”, la física cuántica nos está facilitando elevar el
umbral de comprensión de fenómenos hasta ahora inexplicados racionalmente, y
por eso, no debe extrañarnos que “incomprensiblemente” se produzcan curaciones
“milagrosas”, a partir de momentos claves en que la persona induce –la mayoría
de veces, inconscientemente-, un cambio bioenergético y mental tan potente y capaz de darle la vuelta a las enfermedades.
EPÍLOGO
Muchos lectores están aún a tiempo de prevenir y resolver
algunos de sus problemas de salud. Por eso este libro, intenta darles la
oportunidad de descubrir y reevaluar algunas de los conceptos y las
consecuencias que comportan ciertos hábitos, especialmente los alimenticios,
para la salud y a la enfermedad, ayudándoles a profundizar y ser más críticos y
activos, en pos de un axioma básico: -La salud empieza por uno mismo-. ¡Y en
muchos casos puede empezar fácilmente tomando Omega-3!
Un problema generalizado en nuestra sociedad actual,
es que nos hemos acostumbrado a realizar valoraciones superficiales de todo
aquello que nos rodea, perdiendo una buena parte de nuestra capacidad para
analizar y profundizar en las causas de los fenómenos que acaecen. Escogemos la
vía más rápida, la más cómoda para resolver nuestros problemas, aunque ello
signifique sólo un aplazamiento y los problemas queden por resolver. Por ello,
cuando los problemas se tornan graves, nos encontramos indefensos, impotentes,
y no sabemos qué hacer. Creemos que los problemas se resolverán por si mismos,
o que pagando a un profesional, éste lo arreglará todo. Grave error. La solución
normalmente se encuentra en nuestras manos cuando aún estamos a tiempo. Pero a
veces no lo vemos, o no lo sabemos ver.
Así
que, ante un futuro que se presenta amenazador, en el que
permanentemente van saliendo enfermedades “nuevas”, con más y recombinados
factores ambientales negativos que provocarán sin duda, importantes
alteraciones de la salud, parece que el “mañana” de la salud pase
necesariamente por la elaboración de fármacos que “controlen” todas y cada una
de las variantes patológicas que puedan haber y existir, ya sea anulando sus efectos, o modificando
nuestra respuesta genética de forma que los evite o resista. Ante estas
perspectiva, corremos el riesgo de no poder vivir sin administrarnos todas las
vacunas o fármacos altamente sofisticados, que prevengan, minimicen o resuelvan
los daños de esta infinidad de factores potencialmente patógenos que nos van a
poner en situación de permanente riesgo.
Esta
situación no tendría nada que ver con un verdadero concepto de salud en el que
se potencien nuestras capacidades defensivas e inmunitarias, y se disminuyan
los riesgos ambientales, sino que tendría más bien que ver con la total
implantación de un sistema global de “salud controlada”, sometiendo a los
individuos a milimétricos cambios artificialmente inducidos para “defenderlo”
de los distintos “riesgos”, lo que significaría asimismo, una pérdida gradual
de la eficacia natural de nuestro sistema inmunitario y una dependencia total
del sistema y una anulación de nosotros como personas. Porque no lo olvidemos,
cuando alguien está enfermo, pierde sus atributos, pierde su poder, pierde el
nombre y queda desnudo ante la enfermedad y la muerte. Si esto sigue así, es
evidente que no se potenciará la verdadera “salud”, sino la dependencia
permanente de fármacos para “no estar enfermos”.
Pero la opción que tenemos, es defender nuestro derecho a
esta salud verdadera y a la no manipulación masiva, en la que demasiado a
menudo se oculta o se desvirtúa la verdad. Exigirá no obstante, un gran
esfuerzo, y este esfuerzo hemos de empezar a hacerlo nosotros mismos
individualmente, para ser capaces de crear una nueva conciencia capaz de
potenciar nuestras propias fuerzas defensivas y sistemas autocurativos
naturales, y observando además, las leyes naturales de la vida, mediante la
promoción de unos hábitos de vida más naturales y responsables, que sean más
respetuosos con nosotros mismos y con cuanto nos rodea.
Vivir
mirando a la cara de una Naturaleza a la que el ser humano está despojando de
sus recursos, y desequilibrando con su desmedida ambición por el “progreso”.
Una Naturaleza cada día más dañada y enferma, que nos transmite su dolor, sin
que le hagamos caso ni rectifiquemos nuestro comportamiento para con ella. Una
Naturaleza que ha sido inconscientemente menospreciada por el ser humano,
cuando en realidad, sin ella no podemos vivir. Una Naturaleza degradada por el
caos a la que estamos sometiendo, y que en lugar de devolvernos vida, nos está empezado
a devolver enfermedad y miseria. Somos parte de esta Naturaleza, y debemos
rectificar nuestro comportamiento si queremos seguir viviendo en ella y con
ella.
Es inmensamente mucho más sencillo
adaptar nuestros hábitos a nuestras necesidades genéticas, armonizándolos, que
no adaptar nuestros genes, a unos hábitos que nos vienen dados por los cánones
y necesidades industriales y consumistas. ¡Sólo tenemos que vivir en armonía
con nosotros mismos y con la
Naturaleza! No al revés.
Tras leer
estas páginas, los lectores tendrán más fácil comprender cuál es nuestra
responsabilidad en la salud y la enfermedad, y tendrán una idea más clara de
cómo actuar positiva y activamente a su favor: -Ante todo, aprendiendo y reflexionando-.
Los factores genéticos no pueden seguir siendo una excusa para hacernos las
víctimas impotentes de las enfermedades, ni la excusa de los “bichitos”
tampoco. No podemos mantener durante más tiempo nuestra ceguera y sordera, ante
la razón y el conocimiento que nos aconseja que tengamos un comportamiento más
responsable con nuestro organismo, en lugar de maltratarlo como estamos
haciendo. Lo tenemos fácil, si queremos.
La salud
de verdad, no es un milagro, está en nuestras manos…, y en especial, en nuestra
mente.
REFERENCIAS
1.
Simopoulos AP. Omega-3 fatty acids in inflammation and autoimmune diseases. J
Am Coll Nutr. 2002 Dec;21(6):495-505.
2. Zamaria
N. Alteration of polyunsaturated fatty acid status and metabolism in health and
disease. Reprod Nutr Dev. 2004 05;44(3):273-82.
3. Lee S,
Gura KM, Kim S, Arsenault DA, Bistrian BR, Puder M. Current clinical
applications of omega-6 and omega-3 fatty acids. Nutr Clin Pract. 2006 Aug;21(4):323-41.
4. Sanders
TA, Lewis F, Slaughter S, Griffin BA, Griffin M, Davies I, et al. Effect of
varying the ratio of n-6 to n-3 fatty acids by increasing the dietary intake of
alpha-linolenic acid, eicosapentaenoic and docosahexaenoic acid, or both on fibrinogen
and clotting factors VII and XII in persons aged 45-70 y: The OPTILIP study. Am
J Clin Nutr. 2006 Sep;84(3):513-22.
5. Jabbar
R, Saldeen T. A new predictor of risk for sudden cardiac death. Ups J Med Sci.
2006;111(2):169-77.
6. Ailhaud
G, Guesnet P. Fatty acid composition of fats is an early determinant of
childhood obesity: A short review and an opinion. Obes Rev. 2004 Feb;5(1):21-6.
7.
Simopoulos AP. Evolutionary aspects of diet, the omega-6/omega-3 ratio and
genetic variation: Nutritional implications for chronic diseases. Biomed
Pharmacother. 2006 Nov;60(9):502-7.
8. Adams
PB, Lawson S, Sanigorski A, Sinclair AJ. Arachidonic acid to eicosapentaenoic
acid ratio in blood correlates positively with clinical symptoms of depression.
Lipids. 1996 Mar;31 Suppl:S157-61.
9.
Kairaluoma L, Narhi V, Ahonen T, Westerholm J, Aro M. Do fatty acids help in
overcoming reading difficulties? A double-blind, placebo-controlled study of
the effects of eicosapentaenoic acid and carnosine supplementation on children
with dyslexia. Child Care Health Dev. 2008 Oct 22.
10. Bang
HO, Dyerberg J, Sinclair HM. The composition of the eskimo food in north
western greenland. Am J Clin Nutr. 1980 Dec;33(12):2657-61.
11. Kagawa
Y, Nishizawa M, Suzuki M, Miyatake T, Hamamoto T, Goto K, et al.
Eicosapolyenoic acids of serum lipids of japanese islanders with low incidence
of cardiovascular diseases. J Nutr Sci Vitaminol (Tokyo). 1982;28(4):441-53.
12. Burr
ML, Fehily AM, Gilbert JF, Rogers S, Holliday RM, Sweetnam PM, et al. Effects
of changes in fat, fish, and fibre intakes on death and myocardial
reinfarction: Diet and reinfarction trial (DART). Lancet. 1989 Sep
30;2(8666):757-61.
13.
Marckmann P, Gronbaek M. Fish consumption and coronary heart disease mortality.
A systematic review of prospective cohort studies. Eur J Clin Nutr. 1999
Aug;53(8):585-90.
14.
Christensen JH, Schmidt EB. N-3 fatty acids and the risk of sudden cardiac
death. Lipids. 2001;36 Suppl:S115-8.
15. Lavie
CJ, Milani RV, Mehra MR, Ventura HO. Omega-3 polyunsaturated fatty acids and
cardiovascular diseases. J Am Coll Cardiol. 2009 Aug 11;54(7):585-94.
16.
Yokoyama M, Origasa H, JELIS Investigators. Effects of eicosapentaenoic acid on
cardiovascular events in japanese patients with hypercholesterolemia: Rationale,
design, and baseline characteristics of the japan EPA lipid intervention study
(JELIS). Am Heart J. 2003 Oct;146(4):613-20.
17.
Matsuzaki M, Yokoyama M, Saito Y, Origasa H, Ishikawa Y, Oikawa S, et al.
Incremental effects of eicosapentaenoic acid on cardiovascular events in
statin-treated patients with coronary artery disease. Circ J. 2009 May 8.
18.
Iribarren C, Markovitz JH, Jacobs DR,Jr, Schreiner PJ, Daviglus M, Hibbeln JR.
Dietary intake of n-3, n-6 fatty acids and fish: Relationship with hostility in
young adults--the CARDIA study. Eur J Clin Nutr. 2004 Jan;58(1):24-31.
19. Harris
W. Omega-3 fatty acids: The "japanese" factor? J Am Coll Cardiol.
2008 Aug 5;52(6):425-7.
20.
Cleland LG, Caughey GE, James MJ, Proudman SM. Reduction of cardiovascular risk
factors with longterm fish oil treatment in early rheumatoid arthritis. J
Rheumatol. 2006 Oct;33(10):1973-9.
21. de
Lorgeril M, Salen P, Martin JL, Monjaud I, Delaye J, Mamelle N. Mediterranean
diet, traditional risk factors, and the rate of cardiovascular complications
after myocardial infarction: Final report of the lyon diet heart study.
Circulation. 1999 Feb 16;99(6):779-85.
22.
Dietary supplementation with n-3 polyunsaturated fatty acids and vitamin E
after myocardial infarction: Results of the GISSI-prevenzione trial. gruppo
italiano per lo studio della sopravvivenza nell'infarto miocardico. Lancet.
1999 Aug 7;354(9177):447-55.
23.
Gissi-HF Investigators, Tavazzi L, Maggioni AP, Marchioli R, Barlera S,
Franzosi MG, et al. Effect of n-3 polyunsaturated fatty acids in patients with
chronic heart failure (the GISSI-HF trial): A randomised, double-blind,
placebo-controlled trial. Lancet. 2008 Oct 4;372(9645):1223-30.
24. Tanaka
K, Ishikawa Y, Yokoyama M, Origasa H, Matsuzaki M, Saito Y, et al. Reduction in
the recurrence of stroke by eicosapentaenoic acid for hypercholesterolemic
patients: Subanalysis of the JELIS trial. Stroke. 2008 Jul;39(7):2052-8.
25. Leaf
A. Historical overview of n-3 fatty acids and coronary heart disease. Am J Clin
Nutr. 2008 Jun;87(6):1978S-80S.
26. Leaf
A, Kang JX, Xiao YF. Fish oil fatty acids as cardiovascular drugs. Curr Vasc
Pharmacol. 2008 Jan;6(1):1-12.
27. Mori
TA, Bao DQ, Burke V, Puddey IB, Beilin LJ. Docosahexaenoic acid but not
eicosapentaenoic acid lowers ambulatory blood pressure and heart rate in
humans. Hypertension. 1999 Aug;34(2):253-60.
28. Cicero
AF, Ertek S, Borghi C. Omega-3 polyunsaturated fatty acids: Their potential
role in blood pressure prevention and management. Curr Vasc Pharmacol. 2009
Jul;7(3):330-7.
29. von
Schacky C. Omega-3 fatty acids and cardiovascular disease. Curr Opin Clin Nutr
Metab Care. 2007 Mar;10(2):129-35.
30. von
Schacky C, Harris WS. Cardiovascular risk and the omega-3 index. J Cardiovasc
Med (Hagerstown). 2007 Sep;8 Suppl 1:S46-9.
31.
Salomon P, Kornbluth AA, Janowitz HD. Treatment of ulcerative colitis with fish
oil n--3-omega-fatty acid: An open trial. J Clin Gastroenterol. 1990
Apr;12(2):157-61.
32. Aslan
A, Triadafilopoulos G. Fish oil fatty acid supplementation in active ulcerative
colitis: A double-blind, placebo-controlled, crossover study. Am J
Gastroenterol. 1992 Apr;87(4):432-7.
33.
Shimizu T, Fujii T, Suzuki R, Igarashi J, Ohtsuka Y, Nagata S, et al. Effects
of highly purified eicosapentaenoic acid on erythrocyte fatty acid composition
and leukocyte and colonic mucosa leukotriene B4 production in children with
ulcerative colitis. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2003 Nov;37(5):581-5.
34. Hart
AR. Linoleic acid, a dietary N-6 polyunsaturated fatty acid, and the aetiology
of ulcerative colitis - A european prospective cohort study. Gut. 2009 Jul 23.
35. Gil A.
Is eicosapentaenoic acid useful in the treatment of ulcerative colitis in
children? J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2003 Nov;37(5):536-7.
36. Serhan
CN. Novel eicosanoid and docosanoid mediators: Resolvins, docosatrienes, and
neuroprotectins. Curr Opin Clin Nutr Metab Care. 2005 Mar;8(2):115-21.
37.
Belluzzi A, Brignola C, Campieri M, Pera A, Boschi S, Miglioli M. Effect of an
enteric-coated fish-oil preparation on relapses in crohn's disease. N Engl J
Med. 1996 Jun 13;334(24):1557-60.
38.
Cleland LG, James MJ, Proudman SM. The role of fish oils in the treatment of
rheumatoid arthritis. Drugs. 2003;63(9):845-53.
39.
Cleland LG, Proudman SM, Hall C, Stamp LK, McWilliams L, Wylie N, et al. A
biomarker of n-3 compliance in patients taking fish oil for rheumatoid
arthritis. Lipids. 2003 Apr;38(4):419-24.
40. Kremer
JM. N-3 fatty acid supplements in rheumatoid arthritis. Am J Clin Nutr. 2000
Jan;71(1 Suppl):349S-51S.
41. von
Schacky C, Harris WS. Cardiovascular benefits of omega-3 fatty acids.
Cardiovasc Res. 2007 Jan 15;73(2):310-5.
42. Stamp
LK, James MJ, Cleland LG. Diet and rheumatoid arthritis: A review of the
literature. Semin Arthritis Rheum. 2005 Oct;35(2):77-94.
43.
Schwartz J. Role of polyunsaturated fatty acids in lung disease. Am J Clin
Nutr. 2000 Jan;71(1 Suppl):393S-6S.
44.
Mickleborough TD, Rundell KW. Dietary polyunsaturated fatty acids in asthma-
and exercise-induced bronchoconstriction. Eur J Clin Nutr. 2005
Dec;59(12):1335-46.
45. Olsen
SF, Osterdal ML, Salvig JD, Mortensen LM, Rytter D, Secher NJ, et al. Fish oil
intake compared with olive oil intake in late pregnancy and asthma in the
offspring: 16 y of registry-based follow-up from a randomized controlled trial.
Am J Clin Nutr. 2008 Jul;88(1):167-75.
46.
Nagakura T, Matsuda S, Shichijyo K, Sugimoto H, Hata K. Dietary supplementation
with fish oil rich in omega-3 polyunsaturated fatty acids in children with
bronchial asthma. Eur Respir J. 2000 Nov;16(5):861-5.
47. Yatani
R, Shiraishi T, Nakakuki K, Kusano I, Takanari H, Hayashi T, et al. Trends in
frequency of latent prostate carcinoma in japan from 1965-1979 to 1982-1986. J
Natl Cancer Inst. 1988 Jul 6;80(9):683-7.
48. Endres
S, Ghorbani R, Kelley VE, Georgilis K, Lonnemann G, van der Meer JW, et al. The
effect of dietary supplementation with n-3 polyunsaturated fatty acids on the
synthesis of interleukin-1 and tumor necrosis factor by mononuclear cells. N
Engl J Med. 1989 Feb 2;320(5):265-71.
49. Rose
DP, Connolly JM. Regulation of tumor angiogenesis by dietary fatty acids and
eicosanoids. Nutr Cancer. 2000;37(2):119-27.
50. Rose
DP. Dietary fatty acids and cancer. Am J Clin Nutr. 1997 Oct;66(4
Suppl):998S-1003S.
51.
Siddiqui RA, Shaikh SR, Sech LA, Yount HR, Stillwell W, Zaloga GP. Omega
3-fatty acids: Health benefits and cellular mechanisms of action. Mini Rev Med
Chem. 2004 Oct;4(8):859-71.
52.
Trapani JA, Smyth MJ. Functional significance of the perforin/granzyme cell
death pathway. Nat Rev Immunol. 2002 Oct;2(10):735-47.
53.
Voskoboinik I, Trapani JA. Addressing the mysteries of perforin function.
Immunol Cell Biol. 2006 Feb;84(1):66-71.
54. Imai
K, Matsuyama S, Miyake S, Suga K, Nakachi K. Natural cytotoxic activity of
peripheral-blood lymphocytes and cancer incidence: An 11-year follow-up study
of a general population. Lancet. 2000 Nov 25;356(9244):1795-9.
55.
Schantz SP, Brown BW, Lira E, Taylor DL, Beddingfield N. Evidence for the role
of natural immunity in the control of metastatic spread of head and neck
cancer. Cancer Immunol Immunother. 1987;25(2):141-8.
56.
Hardman WE. (N-3) fatty acids and cancer therapy. J Nutr. 2004 Dec;134(12
Suppl):3427S-30S.
57.
Hardman WE. Omega-3 fatty acids to augment cancer therapy. J Nutr. 2002
Nov;132(11 Suppl):3508S-12S.
58. de
Lorgeril M, Salen P, Martin JL, Monjaud I, Boucher P, Mamelle N. Mediterranean
dietary pattern in a randomized trial: Prolonged survival and possible reduced
cancer rate. Arch Intern Med. 1998 Jun 8;158(11):1181-7.
59. Lim K,
Han C, Xu L, Isse K, Demetris AJ, Wu T. Cyclooxygenase-2-derived prostaglandin
E2 activates beta-catenin in human cholangiocarcinoma cells: Evidence for
inhibition of these signaling pathways by omega 3 polyunsaturated fatty acids.
Cancer Res. 2008 Jan 15;68(2):553-60.
60.
Leitzmann MF, Stampfer MJ, Michaud DS, Augustsson K, Colditz GC, Willett WC, et
al. Dietary intake of n-3 and n-6 fatty acids and the risk of prostate cancer.
Am J Clin Nutr. 2004 Jul;80(1):204-16.
61.
Gago-Dominguez M, Yuan JM, Sun CL, Lee HP, Yu MC. Opposing effects of dietary
n-3 and n-6 fatty acids on mammary carcinogenesis: The singapore chinese health
study. Br J Cancer. 2003 Nov 3;89(9):1686-92.
62.
Wallace JM. Nutritional and botanical modulation of the inflammatory
cascade--eicosanoids, cyclooxygenases, and lipoxygenases--as an adjunct in
cancer therapy. Integr Cancer Ther. 2002 Mar;1(1):7,37; discussion 37.
63. Harris
RE, Kasbari S, Farrar WB. Prospective study of nonsteroidal anti-inflammatory
drugs and breast cancer. Oncol Rep. 1999 Jan-Feb;6(1):71-3.
64. Thun
MJ. NSAID use and decreased risk of gastrointestinal cancers. Gastroenterol
Clin North Am. 1996 Jun;25(2):333-48.
65.
Feuerer M, Herrero L, Cipolletta D, Naaz A, Wong J, Nayer A, et al. Lean, but
not obese, fat is enriched for a unique population of regulatory T cells that
affect metabolic parameters. Nat Med. 2009 Aug;15(8):930-9.
66.
Baillie RA, Takada R, Nakamura M, Clarke SD. Coordinate induction of
peroxisomal acyl-CoA oxidase and UCP-3 by dietary fish oil: A mechanism for
decreased body fat deposition. Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids. 1999
May-Jun;60(5-6):351-6.
67.
Massiera F, Saint-Marc P, Seydoux J, Murata T, Kobayashi T, Narumiya S, et al.
Arachidonic acid and prostacyclin signaling promote adipose tissue development:
A human health concern? J Lipid Res. 2003 Feb;44(2):271-9.
68.
Weiderpass E, Gridley G, Persson I, Nyren O, Ekbom A, Adami HO. Risk of
endometrial and breast cancer in patients with diabetes mellitus. Int J Cancer.
1997 May 2;71(3):360-3.
69.
Michaud DS, Fuchs CS, Liu S, Willett WC, Colditz GA, Giovannucci E. Dietary
glycemic load, carbohydrate, sugar, and colorectal cancer risk in men and
women. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev. 2005 Jan;14(1):138-47.
70.
Michaud DS, Liu S, Giovannucci E, Willett WC, Colditz GA, Fuchs CS. Dietary
sugar, glycemic load, and pancreatic cancer risk in a prospective study. J Natl
Cancer Inst. 2002 Sep 4;94(17):1293-300.
71. Hu FB,
Cho E, Rexrode KM, Albert CM, Manson JE. Fish and long-chain omega-3 fatty acid
intake and risk of coronary heart disease and total mortality in diabetic
women. Circulation. 2003 Apr 15;107(14):1852-7.
72. Satoh
N, Shimatsu A, Kotani K, Sakane N, Yamada K, Suganami T, et al. Purified
eicosapentaenoic acid reduces small dense LDL, remnant lipoprotein particles,
and C-reactive protein in metabolic syndrome. Diabetes Care. 2007 Jan;30(1):144-6.
73. Mita T, Watada H, Ogihara T, Nomiyama T,
Ogawa O, Kinoshita J, et al. Eicosapentaenoic acid reduces the progression of carotid
intima-media thickness in patients with type 2 diabetes. Atherosclerosis. 2007
Mar;191(1):162-7.
74. Mori
Y, Nobukata H, Harada T, Kasahara T, Tajima N. Long-term administration of
highly purified eicosapentaenoic acid ethyl ester improves blood coagulation
abnormalities and dysfunction of vascular endothelial cells in otsuka
long-evans tokushima fatty rats. Endocr J. 2003 Oct;50(5):603-11.
75. Calder
PC. n-3 fatty acids and cardiovascular disease: Evidence explained and
mechanisms explored. Clin Sci (Lond). 2004 Jul;107(1):1-11.
76. Bazan
HE, Bazan NG, Feeney-Burns L, Berman ER. Lipids in human lipofuscin-enriched
subcellular fractions of two age populations. comparison with rod outer
segments and neural retina. Invest Ophthalmol Vis Sci. 1990 Aug;31(8):1433-43.
77.
SanGiovanni JP, Parra-Cabrera S, Colditz GA, Berkey CS, Dwyer JT. Meta-analysis
of dietary essential fatty acids and long-chain polyunsaturated fatty acids as
they relate to visual resolution acuity in healthy preterm infants. Pediatrics.
2000 Jun;105(6):1292-8.
78.
Neuringer M, Connor WE, Lin DS, Barstad L, Luck S. Biochemical and functional
effects of prenatal and postnatal omega 3 fatty acid deficiency on retina and
brain in rhesus monkeys. Proc Natl Acad Sci U S A. 1986 Jun;83(11):4021-5.
79.
Hoffman DR, Birch DG. Docosahexaenoic acid in red blood cells of patients with
X-linked retinitis pigmentosa. Invest Ophthalmol Vis Sci. 1995
May;36(6):1009-18.
80. Connor
KM, SanGiovanni JP, Lofqvist C, Aderman CM, Chen J, Higuchi A, et al. Increased
dietary intake of omega-3-polyunsaturated fatty acids reduces pathological
retinal angiogenesis. Nat Med. 2007 Jul;13(7):868-73.
81. Seddon
JM, Rosner B, Sperduto RD, Yannuzzi L, Haller JA, Blair NP, et al. Dietary fat
and risk for advanced age-related macular degeneration. Arch Ophthalmol. 2001
Aug;119(8):1191-9.
82. Augood
C, Chakravarthy U, Young I, Vioque J, de Jong PT, Bentham G, et al. Oily fish
consumption, dietary docosahexaenoic acid and eicosapentaenoic acid intakes,
and associations with neovascular age-related macular degeneration. Am J Clin
Nutr. 2008 Aug;88(2):398-406.
83.
SanGiovanni JP, Chew EY, Agron E, Clemons TE, Ferris FL,3rd, Gensler G, et al.
The relationship of dietary omega-3 long-chain polyunsaturated fatty acid
intake with incident age-related macular degeneration: AREDS report no. 23.
Arch Ophthalmol. 2008 Sep;126(9):1274-9.
84. Tanaka
N, Sano K, Horiuchi A, Tanaka E, Kiyosawa K, Aoyama T. Highly purified
eicosapentaenoic acid treatment improves nonalcoholic steatohepatitis. J Clin
Gastroenterol. 2008 Apr;42(4):413-8.
85.
Kawashima A, Tsukamoto I, Koyabu T, Murakami Y, Kawakami T, Kakibuchi N, et al.
Eicosapentaenoic acid supplementation for chronic hepatitis C patients during
combination therapy of pegylated interferon alpha-2b and ribavirin. Lipids.
2008 Apr;43(4):325-33.
86. Mayser
P, Mrowietz U, Arenberger P, Bartak P, Buchvald J, Christophers E, et al.
Omega-3 fatty acid-based lipid infusion in patients with chronic plaque
psoriasis: Results of a double-blind, randomized, placebo-controlled,
multicenter trial. J Am Acad Dermatol. 1998 Apr;38(4):539-47.
87. Mayser
P, Mayer K, Mahloudjian M, Benzing S, Kramer HJ, Schill WB, et al. A
double-blind, randomized, placebo-controlled trial of n-3 versus n-6 fatty
acid-based lipid infusion in atopic dermatitis. JPEN J Parenter Enteral Nutr.
2002 May-Jun;26(3):151-8.
88.
Horrobin DF, Huang YS. Schizophrenia: The role of abnormal essential fatty acid
and prostaglandin metabolism. Med Hypotheses. 1983 Mar;10(3):329-36.
89. Stoll
AL, Severus WE, Freeman MP, Rueter S, Zboyan HA, Diamond E, et al. Omega 3
fatty acids in bipolar disorder: A preliminary double-blind, placebo-controlled
trial. Arch Gen Psychiatry. 1999 May;56(5):407-12.
90.
Lauritzen I, Blondeau N, Heurteaux C, Widmann C, Romey G, Lazdunski M.
Polyunsaturated fatty acids are potent neuroprotectors. EMBO J. 2000 Apr
17;19(8):1784-93.
91. Lakhan
SE, Vieira KF. Nutritional therapies for mental disorders. Nutr J. 2008
01/21;7:2-.
92.
Freeman MP. Omega-3 fatty acids in psychiatry: A review. Annals of Clinical
Psychiatry. 2000 Sep;12(3):159.
93.
Pomerantz JM. Omega-3 fatty acids and mental health. Drug Benefit Trends. 2001
06;13(6):2BH-3bh.
94.
Kuan-Pin S, Shih-Yi H, Chih C, Winston S. Omega-3 fatty acids in major depressive
disorder A preliminary double-blind, placebo-controlled trial. European
Neuropsychopharmacology. 2003 08;13(4):267-71.
95. Bourre
JM. Omega-3 fatty acids in psychiatry. Med Sci (Paris). 2005 Feb;21(2):216-21.
96. Peet
M, Stokes C. Omega-3 fatty acids in the treatment of psychiatric disorders.
Drugs. 2005;65(8):1051-9.
97. Su KP,
Huang SY, Chiu TH, Huang KC, Huang CL, Chang HC, et al. Omega-3 fatty acids for
major depressive disorder during pregnancy: Results from a randomized,
double-blind, placebo-controlled trial. J Clin Psychiatry. 2008
Apr;69(4):644-51.
98.
Freeman MP, Hibbeln JR, Wisner KL, Davis JM, Mischoulon D, Peet M, et al.
Omega-3 fatty acids: Evidence basis for treatment and future research in
psychiatry. J Clin Psychiatry. 2006 Dec;67(12):1954-67.
99.
Horrobin DF. A new category of psychotropic drugs: Neuroactive lipids as
exemplified by ethyl eicosapentaenoate (E-E). Prog Drug Res. 2002;59:171-99.
100.
Parker G, Gibson NA, Brotchie H, Heruc G. Omega-3 fatty acids and mood
disorders. The American Journal of Psychiatry. 2006 Jun;163(6):969.
101.
Hegerl U, Wittmann M, Arensman E, Van Audenhove C, Bouleau JH, Van Der
Feltz-Cornelis C, et al. The 'european alliance against depression (EAAD)': A
multifaceted, community-based action programme against depression and
suicidality. World J Biol Psychiatry. 2008;9(1):51-8.
102.
Fournier JC, DeRubeis RJ, Shelton RC, Gallop R, Amsterdam JD, Hollon SD.
Antidepressant medications v. cognitive therapy in people with depression with
or without personality disorder. Br J Psychiatry. 2008 Feb;192(2):124-9.
103. Maes
M, Smith R, Christophe A, Cosyns P, Desnyder R, Meltzer H. Fatty acid
composition in major depression: Decreased omega 3 fractions in cholesteryl
esters and increased C20: 4 omega 6/C20:5 omega 3 ratio in cholesteryl esters
and phospholipids. J Affect Disord. 1996 Apr 26;38(1):35-46.
104.
Tiemeier H, van Tuijl HR, Hofman A, Kiliaan AJ, Breteler MM. Plasma fatty acid
composition and depression are associated in the elderly: The rotterdam study.
Am J Clin Nutr. 2003 Jul;78(1):40-6.
105.
Chatterjee C. Fish food for your mood. Psychology Today. 1999 Sep/Oct;32(5):22.
106. Logan
AC. Omega-3 fatty acids and major depression: A primer for the mental health
professional. Lipids Health Dis. 2004 Nov 9;3:25.
107. Ohara
K. Omega-3 fatty acids in mood disorders. Seishin Shinkeigaku Zasshi.
2005;107(2):118-26.
108.
Pao-Yen L, Kuan-Pin S. A meta-analytic review of double-blind,
placebo-controlled trials of antidepressant efficacy of omega-3 fatty acids. J
Clin Psychiatry. 2007 07;68(7):1056-61.
109. Puri
BK, Counsell SJ, Hamilton G, Richardson AJ, Horrobin DF. Eicosapentaenoic acid
in treatment-resistant depression associated with symptom remission, structural
brain changes and reduced neuronal phospholipid turnover. Int J Clin Pract.
2001 Oct;55(8):560-3.
110. Puri
BK. Monomodal rigid-body registration and applications to the investigation of
the effects of eicosapentaenoic acid intervention in neuropsychiatric
disorders. Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids. 2004 Sep;71(3):177-9.
111. Peet
M. Eicosapentaenoic acid in the treatment of schizophrenia and depression:
Rationale and preliminary double-blind clinical trial results. Prostaglandins
Leukot Essent Fatty Acids. 2003 Dec;69(6):477-85.
112. Nemets
B, Stahl Z, Belmaker RH. Addition of omega-3 fatty acid to maintenance
medication treatment for recurrent unipolar depressive disorder. Am J
Psychiatry. 2002 Mar;159(3):477-9.
113. Peet
M, Horrobin DF. A dose-ranging study of the effects of ethyl-eicosapentaenoate
in patients with ongoing depression despite apparently adequate treatment with
standard drugs. Arch Gen Psychiatry. 2002 Oct;59(10):913-9.
114.
Casper RC. Nutrients, neurodevelopment, and mood. Curr Psychiatry Rep. 2004
Dec;6(6):425-9.
115. Murck
H, Song C, Horrobin DF, Uhr M. Ethyl-eicosapentaenoate and dexamethasone
resistance in therapy-refractory depression. International Journal of
Neuropsychopharmacology. 2004 09;7(3):341-9.
116.
Nieminen LR, Makino KK, Mehta N, Virkkunen M, Kim HY, Hibbeln JR. Relationship
between omega-3 fatty acids and plasma neuroactive steroids in alcoholism,
depression and controls. Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids. 2006
Oct-Nov;75(4-5):309-14.
117.
Nemets H, Nemets B, Apter A, Bracha Z, Belmaker RH. Omega-3 treatment of
childhood depression: A controlled, double-blind pilot study. Am J Psychiatry.
2006 Jun;163(6):1098-100.
118.
Conklin SM, Gianaros PJ, Brown SM, Yao JK, Hariri AR, Manuck SB, et al.
Long-chain omega-3 fatty acid intake is associated positively with
corticolimbic gray matter volume in healthy adults. Neurosci Lett. 2007 Jun
29;421(3):209-12.
119.
Jazayeri S, Tehrani-Doost M, Keshavarz SA, Hosseini M, Djazayery A, Amini H, et
al. Comparison of therapeutic effects of omega-3 fatty acid eicosapentaenoic
acid and fluoxetine, separately and in combination, in major depressive
disorder. Aust N Z J Psychiatry. 2008 Mar;42(3):192-8.
120. Peet
M, Murphy B, Shay J, Horrobin D. Depletion of omega-3 fatty acid levels in red
blood cell membranes of depressive patients. Biol Psychiatry. 1998 Mar
1;43(5):315-9.
121. Fava
M, Mischoulon D. Docosahexanoic acid in the prevention and treatment of
depression. In: Mischoulon D, Rosenbaum JF, editors. Natural medications for
psychiatric disorders: Considering the alternatives. Philadelphia, PA, US:
Lippincott Williams & Wilkins Publishers; 2002. p. 35-42.
122.
Mischoulon D, Fava M. Docosahexanoic acid and omega-3 fatty acids in
depression. Psychiatr Clin North Am. 2000 12;23(4):785-94.
123. Stahl
LA, Begg DP, Weisinger RS, Sinclair AJ. The role of omega-3 fatty acids in mood
disorders. Curr Opin Investig Drugs. 2008 Jan;9(1):57-64.
124. Ross
BM, Seguin J, Sieswerda LE. Omega-3 fatty acids as treatments for mental
illness: Which disorder and which fatty acid? Lipids Health Dis. 2007 Sep
18;6:21.
125.
Marangell LB, Martinez JB, Zboyan HA, Kertz B, Florence KH, Puryear LJ. A
double-blind, placebo-controlled study of the omega-3 fatty acid
docosahexaenoic acid in the treatment of major depression. Am J Psychiatry.
2003 05;160(5):996-8.
126.
Llorente AM, Jensen CL, Voigt RG, Fraley JK, Berretta MC, Heird WC. Effect of
maternal docosahexaenoic acid supplementation on postpartum depression and
information processing. Am J Obstet Gynecol. 2003 May [cited 06/06/2008];188(5):1348-53.
127.
Hibbeln JR. Seafood consumption, the DHA content of mothers' milk and
prevalence rates of postpartum depression: A cross-national, ecological
analysis. J Affect Disord. 2002 May;69(1-3):15-29.
128.
Freeman MP, Davis M, Sinha P, Wisner KL, Hibbeln JR, Gelenberg AJ. Omega-3
fatty acids and supportive psychotherapy for perinatal depression: A randomized
placebo-controlled study. J Affect Disord. 2008 Jan 16.
129.
Miyake Y, Sasaki S, Yokoyama T, Tanaka K. Risk of postpartum depression in
relation to dietary fish and fat intake in japan: The osaka maternal and child
health study. Psychological Medicine. 2006 Dec;36(12):1727.
130.
Noaghiul S, Hibbeln JR. Cross-national comparisons of seafood consumption and
rates of bipolar disorders. The American Journal of Psychiatry. 2003
Dec;160(12):2222.
131.
Frangou S, Lewis M, McCrone P. Efficacy of ethyl-eicosapentaenoic acid in
bipolar depression: Randomised double-blind placebo-controlled study. Br J
Psychiatry. 2006 Jan;188:46-50.
132. Keck
PE,Jr, Mintz J, McElroy SL, Freeman MP, Suppes T, Frye MA, et al. Double-blind,
randomized, placebo-controlled trials of ethyl-eicosapentanoate in the
treatment of bipolar depression and rapid cycling bipolar disorder. Biol
Psychiatry. 2006 Nov 1;60(9):1020-2.
133.
Zanarini MC, Frankenburg FR. Omega-3 fatty acid treatment of women with
borderline personality disorder: A double-blind, placebo-controlled pilot
study. The American Journal of Psychiatry. 2003 Jan;160(1):167.
134. Kaiya
H, Horrobin DF, Manku MS, Fisher NM. Essential and other fatty acids in plasma
in schizophrenics and normal individuals from japan. Biol Psychiatry. 1991 Aug
15;30(4):357-62.
135.
Laugharne JD, Mellor JE, Peet M. Fatty acids and schizophrenia. Lipids. 1996
Mar;31 Suppl:S163-5.
136.
Fenton WS, Hibbeln J, Knable M. Essential fatty acids, lipid membrane
abnormalities, and the diagnosis and treatment of schizophrenia. Biol
Psychiatry. 2000 Jan 1;47(1):8-21.
137. Peet
M. The metabolic syndrome, omega-3 fatty acids and inflammatory processes in
relation to schizophrenia. Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids. 2006
Oct-Nov;75(4-5):323-7.
138.
Vaddadi KS, Courtney P, Gilleard CJ, Manku MS, Horrobin DF. A double-blind
trial of essential fatty acid supplementation in patients with tardive
dyskinesia. Psychiatry Res. 1989 Mar;27(3):313-23.
139.
Richardson AJ, Easton T, Gruzelier JH, Puri BK. Laterality changes accompanying
symptom remission in schizophrenia following treatment with eicosapentaenoic
acid. Int J Psychophysiol. 1999 Dec;34(3):333-9.
140. Puri
BK, Richardson AJ, Oatridge A, Hajnal JV, Saeed N. Cerebral ventricular
asymmetry in schizophrenia: A high resolution 3D magnetic resonance imaging
study. Int J Psychophysiol. 1999 Dec;34(3):207-11.
141. Puri
BK, Counsell SJ, Hamilton G, Bustos MG, Horrobin DF, Richardson AJ, et al.
Cerebral metabolism in male patients with schizophrenia who have seriously and
dangerously violently offended: A 31P magnetic resonance spectroscopy study.
Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids. 2004 Apr;70(4):409-11.
142. Peet
M, Brind J, Ramchand CN, Shah S, Vankar GK. Two double-blind placebo-controlled
pilot studies of eicosapentaenoic acid in the treatment of schizophrenia.
Schizophr Res. 2001 Apr 30;49(3):243-51.
143.
Emsley R, Myburgh C, Oosthuizen P, Van Rensburg SJ. Randomized,
placebo-controlled study of ethyl-eicosapentaenoic acid as supplemental
treatment in schizophrenia. The American Journal of Psychiatry. 2002
Sep;159(9):1596.
144.
Arvindakshan M, Ghate M, Ranjekar PK, Evans DR, Mahadik SP. Supplementation
with a combination of omega-3 fatty acids and antioxidants (vitamins E and C)
improves the outcome of schizophrenia. Schizophr Res. 2003 Aug 1;62(3):195-204.
145.
Arvindakshan M, Sitasawad S, Debsikdar V, Ghate M, Evans D, Horrobin DF, et al.
Essential polyunsaturated fatty acid and lipid peroxide levels in
never-medicated and medicated schizophrenia patients. Biol Psychiatry. 2003 Jan
1;53(1):56-64.
146.
Berger GE, Smesny S, Amminger GP. Bioactive lipids in schizophrenia. Int Rev
Psychiatry. 2006 Apr;18(2):85-98.
147.
Berger GE, Proffitt TM, McConchie M, Yuen H, Wood SJ, Amminger GP, et al.
Ethyl-eicosapentaenoic acid in first-episode psychosis: A randomized,
placebo-controlled trial. J Clin Psychiatry. 2007 Dec;68(12):1867-75.
148. Berger
GE, Wood SJ, Wellard RM, Proffitt TM, McConchie M, Amminger GP, et al.
Ethyl-eicosapentaenoic acid in first-episode psychosis. A 1H-MRS study.
Neuropsychopharmacology. 2008 Sep;33(10):2467-73.
149.
Stordy BJ. Dark adaptation, motor skills, docosahexaenoic acid, and dyslexia.
Am J Clin Nutr. 2000 Jan;71(1 Suppl):323S-6S.
150.
Lindmark L, Clough P. A 5-month open study with long-chain polyunsaturated
fatty acids in dyslexia. J Med Food. 2007 Dec;10(4):662-6.
151.
Antalis CJ, Stevens LJ, Campbell M, Pazdro R, Ericson K, Burgess JR. Omega-3
fatty acid status in attention-deficit/hyperactivity disorder. Prostaglandins
Leukot Essent Fatty Acids. 2006 Oct-Nov;75(4-5):299-308.
152. Ng
KH, Meyer BJ, Reece L, Sinn N. Dietary PUFA intakes in children with attention-deficit/hyperactivity
disorder symptoms. Br J Nutr. 2009 Jul 27:1-7.
153. Raz
R, Carasso RL, Yehuda S. The influence of short-chain essential fatty acids on
children with attention-deficit/hyperactivity disorder: A double-blind
placebo-controlled study. J Child Adolesc Psychopharmacol. 2009
Apr;19(2):167-77.
154. Ayton
AK, Azaz A, Horrobin DF. A pilot open case series of ethyl-EPA supplementation
in the treatment of anorexia nervosa. Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids.
2004 Oct;71(4):205-9.
155.
Boston PF, Bennett A, Horrobin DF, Bennett CN. Ethyl-EPA in alzheimer's
disease--a pilot study. Prostaglandins Leukot Essent Fatty Acids. 2004
Nov;71(5):341-6.
156.
Morris MC, Evans DA, Bienias JL, Tangney CC, Bennett DA, Wilson RS, et al.
Consumption of fish and n-3 fatty acids and risk of incident alzheimer disease.
Arch Neurol. 2003 Jul;60(7):940-6.
157.
Cansev M, Wurtman RJ, Sakamoto T, Ulus IH. Oral administration of circulating
precursors for membrane phosphatides can promote the synthesis of new brain
synapses. Alzheimers Dement. 2008 Jan;4(1
Suppl 1):S153-68.
158. Albanese E, Dangour AD, Uauy R, Acosta
D, Guerra M, Guerra SS, et al. Dietary fish and meat intake and dementia in latin
america, china, and india: A 10/66 dementia research group population-based
study. Am J Clin Nutr. 2009 Aug;90(2):392-400.
159. Puri
BK, Bydder GM, Counsell SJ, Corridan BJ, Richardson AJ, Hajnal JV, et al. MRI
and neuropsychological improvement in huntington disease following ethyl-EPA
treatment. Neuroreport. 2002 Jan 21;13(1):123-6.
160. Puri
BK, Leavitt BR, Hayden MR, Ross CA, Rosenblatt A, Greenamyre JT, et al.
Ethyl-EPA in huntington disease: A double-blind, randomized, placebo-controlled
trial. Neurology. 2005 Jul 26;65(2):286-92.
161. Puri
BK. High-resolution magnetic resonance imaging sinc-interpolation-based
subvoxel registration and semi-automated quantitative lateral ventricular
morphology employing threshold computation and binary image creation in the
study of fatty acid interventions in schizophrenia, depression, chronic fatigue
syndrome and huntington's disease. Int Rev Psychiatry. 2006 Apr;18(2):149-54.
162. Murck
H, Manku M. Ethyl-EPA in huntington disease: Potentially relevant mechanism of
action. Brain Res Bull. 2007 Apr 30;72(2-3):159-64.
163. Gesch
CB, Hammond SM, Hampson SE, Eves A, Crowder MJ. Influence of supplementary
vitamins, minerals and essential fatty acids on the antisocial behaviour of
young adult prisoners. randomised, placebo-controlled trial. Br J Psychiatry.
2002 Jul;181:22-8.
164.
Hibbeln JR, Umhau JC, Linnoila M, George DT, Ragan PW, Shoaf SE, et al. A
replication study of violent and nonviolent subjects: Cerebrospinal fluid
metabolites of serotonin and dopamine are predicted by plasma essential fatty
acids. Biol Psychiatry. 1998 Aug 15;44(4):243-9.
165. Maes
M, Mihaylova I, Leunis JC. In chronic fatigue syndrome, the decreased levels of
omega-3 poly-unsaturated fatty acids are related to lowered serum zinc and
defects in T cell activation. Neuro Endocrinol Lett. 2005 Dec;26(6):745-51.
166.
Andersson S, Lundeberg T. Acupuncture--from empiricism to science: Functional
background to acupuncture effects in pain and disease. Med Hypotheses. 1995
Sep;45(3):271-81.
167. Yu T,
Tsai HL, Hwang ML. Suppressing tumor progression of in vitro prostate cancer
cells by emitted psychosomatic power through zen meditation. Am J Chin Med.
2003;31(3):499-507.
168.
Lutgendorf SK, Sood AK, Anderson B, McGinn S, Maiseri H, Dao M, et al. Social
support, psychological distress, and natural killer cell activity in ovarian
cancer. J Clin Oncol. 2005 Oct 1;23(28):7105-13.
169.
Banegas JR, Ruilope LM. Epidemic of metabolic diseases. A warning call. Med
Clin (Barc). 2003 Feb 1;120(3):99-100.
170.
Sorensen TI, Nielsen GG, Andersen PK, Teasdale TW. Genetic and environmental
influences on premature death in adult adoptees. N Engl J Med. 1988 Mar
24;318(12):727-32.
171.
Lichtenstein P, Holm NV, Verkasalo PK, Iliadou A, Kaprio J, Koskenvuo M, et al.
Environmental and heritable factors in the causation of cancer--analyses of
cohorts of twins from sweden, denmark, and finland. N Engl J Med. 2000 Jul
13;343(2):78-85.
172.
Balkwill F, Mantovani A. Inflammation and cancer: Back to virchow? Lancet. 2001
Feb 17;357(9255):539-45.
173.
Baxevanis CN, Reclos GJ, Gritzapis AD, Dedousis GV, Missitzis I, Papamichail M.
Elevated prostaglandin E2 production by monocytes is responsible for the
depressed levels of natural killer and lymphokine-activated killer cell
function in patients with breast cancer. Cancer. 1993 Jul 15;72(2):491-501.
174.
Coussens LM, Werb Z. Inflammation and cancer. Nature. 2002 Dec
19-26;420(6917):860-7.
175.
Ornish D, Weidner G, Fair WR, Marlin R, Pettengill EB, Raisin CJ, et al.
Intensive lifestyle changes may affect the progression of prostate cancer. J
Urol. 2005 Sep;174(3):1065,9; discussion 1069-70.
176. Cole
WH. Efforts to explain spontaneous regression of cancer. J Surg Oncol.
1981;17(3):201-9.
177.
Challis GB, Stam HJ. The spontaneous regression of cancer. A review of cases
from 1900 to 1987. Acta Oncol. 1990;29(5):545-50.
-