sábado, 12 de septiembre de 2015

OMEGA-3 LA SALUD INMEDIATA - Libro abierto gratuito (Entrega nº 6)




En la esquizofrenia
  
       Diversos autores sugirieron durante hace años, la existencia de una estrecha relación entre los ácidos grasos omega-3 y la esquizofrenia (134), (135), (136), (92), (93). Incluso el Dr. Peet propuso la revisión de la etiología –que significa revisión de las causas-, de este trastorno mental (137).
       En el año 1989, el Dr. Horrobin realizó un estudio (138) en el que complementó con Omega-3 el tratamiento de pacientes psiquiátricos con desórdenes de movimiento, especialmente esquizofrénicos. Se pudo observar la evidencia de que el efecto antidiskinético fue ligeramente significativo, aunque no clínicamente importante. No obstante, el tratamiento produjo mejoras muy significativas en diversas subescalas de la esquizofrenia y la memoria.
       Por su parte, los doctores Richardson, de la Universidad de Oxford, y Puri, del Hospital Hammersmith (139), trataron a un paciente esquizofrénico y disléxico de 30 años, con alucinaciones auditivas diarias, que tuvo su primer brote a los 19 años y durante 10 años mantuvo el modo típico de vida de un esquizofrénico parado, de un suburbio de Londres. Las imágenes de IRM –imagen por resonancia magnética-, mostraban que sus ventrículos aumentaban lentamente de tamaño, indicando una pérdida progresiva de tejido cerebral. El paciente empezó a tomar 2g de EPA al día. A las 8 semanas sus delirios y alucinaciones habían disminuido y se sentía más despierto. El aspecto de su piel y pelo había mejorado, así como en todos los grados de las escalas psiquiátricas. La dislexia también mejoraba, y todo ello sin efecto adverso alguno. A los 12 meses ya no aparentaba ser un esquizofrénico, y a los 3 años volvió a la universidad. Las imágenes de su cerebro revelaron una reducción del tamaño de los ventrículos y un aumento del tejido cerebral (140).
       En este mismo hospital se han ido desarrollando y mejorando las técnicas de IRM, ya que consideran que esta técnica debería ser utilizada por los investigadores que estudian las ventajas del tratamiento con los ácidos grasos omega-3, para corroborar visualmente su eficacia (141) y comparar los resultados de otros estudios en los que se ha administrado EPA y que igualmente se han visualizado cambios (111).
       Schizophrenia Research publicó en el año 2001, un trabajo titulado Two double-blind placebo controlled pilot Studies of eicosapentaenoic acid in the treatment of schizophrenia (142). Se realizaron dos estudios a doble ciego y placebo controlado, con el fin de distinguir entre los posibles efectos de dos diferentes omega-3, el EPA y el DHA. En el primer estudio, 45 personas esquizofrénicas estables que seguían sintomáticos con medicación antipsicótica fueron divididas en tres grupos, administrándoles durante 3 meses, EPA a uno de los grupos, DHA a otro, y al tercer grupo placebo. Al término de este tiempo, el grupo EPA obtuvo una notable mejoría superior a los otros grupos. En un segundo estudio, se utilizó EPA como único tratamiento aunque se permitió el uso de antipsicóticos si era clínicamente necesario. Los que tomaron EPA obtuvieron puntuaciones más bajas en la escala PANSS, que mide los síntomas positivos y negativos de los esquizofrénicos, que el grupo placebo, lo que llevó a la conclusión de los investigadores que el EPA puede representar un nuevo enfoque de tratamiento para la esquizofrenia, requiriendo una investigación a gran escala de ensayos controlados con placebo.
       El departamento de Psiquiatría de la Universidad de Stellenbosch en Tygerberg (143), realizó un estudio como tratamiento suplementario de la esquizofrenia. 40 pacientes con síntomas persistentes y con más 20 años de antigüedad de los mismos, que habían recibido un mínimo de 6 meses de tratamiento antipsicótico, el cual se continuó durante la experiencia. Fueron divididos aleatoriamente en dos grupos, uno con 3g de E-EPA al día y el otro grupo placebo, durante un período de 12 semanas. Al cabo de este tiempo, el grupo tratado con E-EPA obtuvo una notable reducción en los síntomas positivo y negativo en las escalas de los resultados totales y en los resultados de diskinesia, que el grupo tratado con placebo. El resultado sugirió que podía ser efectivo y bien tolerado el E-EPA como complemento en los tratamientos de esquizofrenia.
       La Division of Biochemical Sciences, en Pune (144),  (145), realizó un estudio con 33 sujetos esquizofrénicos, durante 4 meses, a los que les administró una mezcla de EPA/DHA (180/120mg) y vitaminas E/C (400 IU/500mg) dos veces al día, y fueron comparados con el grupo de control de 45 sujetos. Al cabo de este tiempo, el grupo tratado con omega-3 había reducido significativamente las escalas psicopatológicas.
       Un equipo de psiquiatras del Research Centre, Department of Psychiatry of Melbourne, publicó en la International review of psychiatry el año 2006, (146) un trabajo en el que comprobaron mediante diversas pruebas y análisis, la gran importancia de los lípidos bioactivos en la membrana celular, así como para la modulación neurotransmisora, ya que según el resultado de dichas pruebas se explicaba, aunque fuera sólo parcialmente, el mecanismo de acción de los agentes antipsicóticos y agentes experimentales como el EPA. Concluyeron recomendando la suplementación con EPA en la medicación antipsicótica de los enfermos graves de esquizofrenia, y destacando su potencial empleo en la prevención.
       Esta misma universidad hizo público al año siguiente, los resultados de un estudio realizado con 80 personas, a doble ciego con placebo controlado, en el que se investigó si el E-EPA mejoraba la eficacia antipsicótica y tolerabilidad en la psicosis de primer episodio (147). Se concluyó que el E-EPA puede acelerar la respuesta de tratamiento y mejorar la tolerabilidad de las medicaciones antipsicóticas, aunque no se podía garantizar una ventaja en pacientes de primer episodio, debido probablemente a un efecto de techo, ya que una proporción de pacientes de primer episodio alcanzaba la remisión sintomática con la medicación antipsicótica sola. En investigaciones complementarias posteriores (148), comprobaron que la ingestión de E-EPA correlacionó con cambios metabólicos cerebrales en los dos hemisferios relacionados con la disponibilidad de glutatión y con la modulación del ciclo glutamina/glutamato, y con una mejora de los síntomas psicóticos en la psicosis de primer episodio, por lo que concluyeron que los efectos metabólicos del EPA en el cerebro están garantizados.
       En un trabajo que hizo publico en el año 2007 la Universidad de Lakehead, en Ontario (124), se comprobó que la suplementación con EPA era más eficaz que la administración de omega-3 o de DHA, especialmente en la depresión y la esquizofrenia.
       Asimismo, la esquizofrenia fue objeto también de estudio en “Nutritional therapies for mental disorders” que realizó Global Neuroscience Iniciative Foundation (91). Se constató que los pacientes de este trastorno mental tienen déficits de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales omega-3, por lo que recomendaron su utilización como suplemento alimenticio. Pero como hemos podido comprobar en los distintos estudios, la eficacia es mayor si se administra EPA solo, que si se la acompaña de DHA.

En la dislexia

       La Dra. Stordy de la Universidad de Surrey (149), en su estudio titulado Dark adaptation, motor skills, docosahexaenoic acid, and dyslexia, manifestó su convencimiento de que la dislexia, dispraxia y la hiperactividad, tienen como base en común, un déficit de omega-3, aunque debido a lo pequeño de la muestra empleada, ya que fue realizado solamente con diez jóvenes disléxicos, los resultados, positivos y esperanzadores, no podían ser generalizados, por lo que sugirió más investigaciones aclaratorias y amplias.
       Pero como ya hemos visto antes en el apartado dedicado a la esquizofrenia, los investigadores A. Richardson, de la Universidad de Oxford, y B. Puri, psiquiatra del Hammersmith Hospital (139), que trataron a un paciente esquizofrénico y disléxico de 30 años y con un historial de 12 años, después de tomar 2g de EPA al día, a las 8 semanas su dislexia había mejorando, volviendo posteriormente el joven a la universidad.
       En el año 2007,  se realizó en Suecia una investigación con 20 niños disléxicos, cuyos resultados fueron publicados por el Journal of medicinal food (150). Durante 5 meses se suplemento la alimentación de estos niños, con DHA. Se midieron distintas variables como la velocidad de lectura, comprensión de los textos, así como el beneficio percibido en el trabajo escolar en general. Al cabo de los 5 meses, la mayoría de los niños que habían tomado el suplemento de DHA, habían mejorado positivamente todos estos parámetros, en relación a los observados generalmente en los disléxicos.

En el síndrome déficit de atención (TDA/H)

       Como hemos visto anteriormente, la Dra. Stordy (149) en su estudio titulado Dark adaptation, motor skills, docosahexaenoic acid, and dyslexia, manifestó su convencimiento de que la dislexia, dispraxia y la hiperactividad, tenían una base en común que era un déficit de omega-3. Pero también otros autores han sugerido esta estrecha relación entre éstos ácidos grasos de cadena larga y el déficit atencional en concreto (93).
       En la investigación titulada Omega-3 fatty acid status in attention-deficit/hyperactivity disorder, realizada en la Universidad de Purdue, en Indiana (151), se hallaron un exceso de grasas saturadas y un nivel más bajo de omega-3 en niños con TDAH. En este mismo sentido se pronunció el estudio anteriormente citado con el título “Nutritional therapies for mental disorders” (91), en el que se constató que los pacientes de este síndrome tienen déficits de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales omega-3, por lo que recomendaron su utilización como suplemento.
       En un reciente estudio realizado en Australia el año 2009, por la School of Health Sciences, University of Wollongong (152), se comprobó que los niños con TDAH, comían la mitad de pescado, que la media de los niños australianos, según los datos de la Encuesta Nacional de Nutrición.
       Observamos por lo tanto, que las evidencias de una carencia nutricional de Omega-3 en el TDAH, y por lo tanto su posible eficacia para prevenir o tratar este síndrome, tienen un buen fundamento. Sin embargo, en algunos estudios como por ejemplo el publicado por el Journal of child and adolescent psychopharmacology el año 2009 (153), se obtuvieron resultados contradictorios en la utilización de Omega-3 para mejorar el trastorno, a pesar de que se observaron mejoras. Es decir, tenemos una incongruencia, ya que por una parte hay unos déficits de Omega-3, comprobados experimental y epidemiológicamente, y por otro parte tenemos que una suplementación con Omega-3 da buenos resultados pero son “contradictorios” o insuficientes. La explicación más plausible es que los diseños experimentales no eran suficientemente adecuados. En algunos, utilizaron conjuntamente Omega-3 combinados con Omega-6, en otros, la cantidad de Omega-3 administrada solía ser demasiado baja como para ser significativamente efectiva, y además, el tiempo de experimentación quizá fue demasiado corto. Evidentemente esta situación exige seguir investigando. No obstante no podemos dejar de preguntarnos, que si se han observado algunos beneficios y mejoras, y no se han observado efectos secundarios negativos ¿por qué no probarlo? 

En la anorexia nerviosa

       En el Reino Unido se realizó un estudio aleatoriezado (154) con siete pacientes anoréxicas, en el que se administró 1gr al día de E-EPA además del tratamiento médico estándar, durante 3 meses. Al cabo de este tiempo, tres se habían recuperado y cuatro habían mejorado. Concluyeron que el tratamiento con E-EPA era efectivo en este trastorno.
       Hemos visto anteriormente, que el estudio “Nutritional therapies for mental disorders” de la Global Neuroscience Iniciative Foundation, de Los Ángeles (91), también constató que los pacientes de este trastorno mental tienen déficits de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales omega-3, por lo que recomendaron su utilización como suplemento.

En el Alzheimer y demencias

       Diversos han sugerido la correlación positiva entre los ácidos grasos omega-3 y algunos tipos de demencia como Alzheimer (88) (92) (93) (2). Sin embargo, se evidencia que obtener una mejora que se haga suficientemente patente puede requerir un tratamiento largo en el tiempo, o simplemente no se observen. En este sentido, al finalizar un estudio que realizó el Michael Carlisle Centre, Nether Edge Hospital, administrando E-EPA durante 12 semanas, no se apreciaron mejoras clínicamente significativas (155).
       Este resultado, junto con otro realizado en el Rush Alzheimer's Disease Center, en Chicago el año 2003 (156), podrían indicar que además de requerir un tratamiento largo, es quizá el DHA el que puede tener una mayor efectividad en esta gravísima enfermedad, ya que llevaron a cabo un estudio prospectivo de una muestra de 815 pacientes, a los que siguieron durante 3,9 años. Al cabo de ese tiempo, comprobaron que 131 pacientes desarrollaron Alzheimer, observando que los participantes que consumían pescado una vez por semana o más, tenían un 60% menos de riesgo de sufrir la enfermedad, en comparación con aquellos que nunca o raramente comían pescado. Y comprobaron además, que esta disminución se relacionaba con el DHA, y no con el EPA.
       En el año 2009, el Dr. Albanese, del King’s College London, publicó en The American Journal of Clinical Nutrition (158), los resultados de una investigación realizada con más de 15.000 participantes mayores de 65 años, residentes en  cinco países de América Latina, China e India, buscando confirmar la evidencia de la relación entre el consumo de pescado y el riesgo de demencia. Sus resultados fueron concluyentes, y confirmaron una reducción del 20% en dicho riesgo.
       En el año 2008 se publicó en The Journal of the Alzheimer’s Association, una investigación realizada por el Department of Brain and Cognitive Sciences, Massachusetts Institute of Technology, en Cambridge (157), verificándose que mediante la ingesta oral de DHA, se conseguía promover la síntesis de nuevas sinapsis cerebrales que compensaban la característica pérdida sináptica de los enfermos de Alzheimer ú otras enfermedades neurodegenerativas, y también de utilidad en casos de lesión vascular o accidente cerebrovascular, reconociendo no obstante, que a pesar de estos efectos benéficos demostrables, los mecanismos neuroquímicos que se producían eran aún inciertos.
       ¿Pero, vamos a esperar a saberlo todo sobre su funcionamiento para utilizarlo, cuando se ha evidenciado claramente su beneficio y su carencia de efectos secundarios? ¡Por Dios!
              
En la enfermedad de Huntington
  
       Un estudio titulado Ethyl-EPA in Huntington disease: a double-blind, randomized, placebocontrolled trial, se realizó en el Hospital de Hammersmith, de Londres (159), con 7 pacientes hospitalizados por la enfermedad de Huntington en estado avanzado (grado III). A tres se le administró E-EPA, y a cuatro placebo. Después de 6 meses, todos los pacientes del grupo E-EPA habían mejorado la escala UHDRS que se utilizó para valorar su estado, mientras que el grupo placebo la habían empeorado. Las exploraciones de IRM  cerebrales, mostraron la atrofia progresiva cerebral en el grupo placebo, mientras que en el grupo E-EPA esta asociación resultó invertida, concluyendo que el E-EPA tiene efectos benéficos en la enfermedad y cambios verificables en la IRM.
       Posteriormente, en este mismo hospital se llevó a cabo otra investigación (160), realizada con 135 pacientes con enfermedad de Huntington, en un estudio doble-ciego, en un grupo E-EPA y en el otro placebo. Un total de 121 pacientes completaron 12 meses. El análisis estadístico no aportó ninguna diferencia significativa entre el E-EPA y el placebo en la subescala TMS4 de la escala UHDRS, pero el análisis exploratorio reveló que un número más alto que el mostrado por la cohorte del protocolo, había estabilizado o mejorado la función motora, concluyendo que la eficacia potencial del E-EPA estaba garantizada. En estudios posteriores (161), se ha desarrollado mejor las técnicas de resonancia magnética para investigar los cambios en la estructura cerebral que se producen como consecuencia de la intervención de EPA en este tipo de trastornos.
       Con el título Ethyl-EPA in Huntington disease: potentially relevant mechanism of action (162), se publicó un estudio en el Brain research bulletin, en el que los autores también confirmaron la eficacia del E-EPA en la enfermedad de Huntington y en la depresión, ya que en sus pruebas los pacientes habían mejorado los síntomas de la enfermedad. Su eficacia por lo tanto, es evidente.

En el comportamiento agresivo y antisocial

       El Laboratorio de Fisiología de la Universidad de Oxford (163), realizó un estudio aleatorio controlado con placebo y a doble ciego con 231 prisioneros jóvenes adultos, que demostró que la suplementación de las dietas de los presos con dosis fisiológicas de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales, causaba una notable reducción de su comportamiento violento y antisocial.
       Otro trabajo llevado a cabo en Auckland en el año 2004 (18), en el que se realizó una evaluación dietética de 3581 jóvenes, concluyó que los resultados sugerían que la alta ingesta de ácidos grasos omega-3, y en especial DHA, puede ser relacionada con la baja probabilidad de conducta hostil en la edad adulta del joven. En este mismo sentido se pronunciaron los responsables del estudio llevado a cabo en Maryland, titulado A replication study of violent and nonviolent subjects: cerebrospinal fluid metabolites of serotonin and dopamine are predicted by plasma essential fatty acids (164), pero manifestando que a pesar de las evidencias positivas, era necesario investigar mejor si los ácidos grasos omega-3 pueden influir en el sistema nervioso central y en la neurotransmisión, relacionada con los comportamientos impulsivos y violentos, así como en el suicidio.
       Los conocimientos actuales permiten contestar afirmativamente a la pregunta formulada por estos científicos, y aunque evidentemente, las investigaciones nunca sobran, y si pueden aportar más luz a nuestro conocimiento, tanto mejor, las evidencias de los resultados positivos, aunque sean pocos, y la certeza de que los Omega-3 mejoran la neurotransmisión, constituyen una realidad que se puede aprovechar sin más dilación, para mejorar estos trastornos a corto y a largo plazo, y disminuir sus importantes consecuencias.

En el síndrome de fatiga crónica

       La Clinical Research Center for Mental Health, de Antwerp (165), analizó los niveles de ácidos grasos omega-3 en plasma de 22 pacientes de síndrome de fatiga crónica –CFS-, en un estudio realizado en el año 2005. Comprobaron que los niveles de omega-3 -EPA y DHA- eran más bajos que en las personas no enfermas. Asimismo observaron, que el balance omega-6/3 era claramente negativo, ya que los niveles de omega-6 estaban aumentados, así como los niveles de ácido araquidónico  y de ácidos grasos saturados. Estos hallazgos se correlacionaron con la severidad del CFS, y con una insuficiente activación de las células T. Los investigadores sugirieron que estos enfermos pueden responder favorablemente al tratamiento con omega-3.
       Por su parte, el hospital de Hammersmith, en Londres (161), ha ido desarrollando las técnicas de resonancia magnética, para verificar los cambios cerebrales que se producen como consecuencia de la intervención de los Omega-3  en este tipo de trastornos.